Por primera vez en 50 años de dictadura íbamos a desafiar al sistema, íbamos a saltarnos el guión. No queríamos ser más su perro faldero. Algo distinto, de nuestro gusto y sobre todo sin avisar. Por sorpresa.
Mi energía descontrolada por la situación era reconducida por un susurro que decía: "Dulce". ¿Cómo algo así podía intimidarme? El momento inesperado había llegado y como habíamos ensayado caí 4 peldaños por encima. El rubor que me inundaba se desvaneció gracias a su savoir-faire.
Una sensación de orgullo nos invadía según todo fluía. Nos gustaba esa sensación. Una salva de aplausos irrumpía en la sala. Teníamos ganas de repetir, de volverlo a hacer. Sabíamos que el sistema no lo podría criticar. No lo hizo. Tampoco lo alabó. Simplemente fuimos sometidos con el látigo de su indiferencia.
No hay comentarios
Publicar un comentario